Diversidad

Nuestro mundo es un entorno cambiante, quizá hasta cierto punto regular pero en general lleno de incertidumbre. ¿Y entonces? "Enfrentar el cambio con cambio".

La naturaleza es experta en la impermanencia. Muchas veces nos referimos al conjunto de respuestas al cambio como el proceso evolutivo. Al entender la evolución como eso, un cambio –no direccional y heredable– en el conjunto de elementos (composición genética, en el caso de la evolución biológica) de un sistema, la diversidad es el combustible y resultado de cualquier proceso evolutivo. Cada opción es entonces una oportunidad, una posibilidad para algo. Ese algo no se circunscribe a lo "peor" o "mejor", simplemente es algo que logró existir y por eso mismo es valioso. El proceso no se refiere a un asunto teleológico sino más bien a un asunto histórico. De cualquier forma en un ambiente fluctuante –incierto e impredecible como es el nuestro– "peor" o "mejor" suelen ser asuntos relativos.

Como bióloga lo más común es escuchar discursos sobre la diversidad de entidades, estructuras e interacciones que involucran organismos vivos y sus entornos. Como ciudadana del mundo, es también común aún encontrarse con otros tipos de diversidad: múltiples formas de relacionarse, de ver, conocer, experimentar y sentir el mundo; tantas maneras diferentes de construir realidades –materiales y no materiales–, tantas formas de vivir. Y poniendo tal diversidad dentro del contexto evolutivo, cada una de estas distintas formas representa una oportunidad que merece la pena ser explorada y conocida, tanto como proceso como entidad.